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Volver después de la tragedia

  • Emilio Ibáñez
  • 21 nov 2015
  • 3 Min. de lectura

En la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, permaneció el acelerado ritmo de una etapa difícil, en la que cada uno de los estudiantes ante los exámenes están presionados. Y así era, todos apresurados y preocupados por sus propios asuntos, los centros políticos en el auge de sus campañas políticas ante las próximas elecciones y afuera un clima ventoso/frío que casi obligaba a permanecer dentro del edificio donde, aproximadamente, 10.300 alumnos estudian. En el quinto piso, donde está el Instituto de Relaciones Internacionales, esperó Cecilia Onaha.

Mientras saludaba colegas que entraban y salían de las grandes puertas de madera del IRI, entregó su tarjeta: “Ahí debajo está mi mail, nos interesa que el centro se pueda fomentar y más personas quieran acercarse a aprender sobre nuestra cultura” dijo.

Cecilia es una mujer sencilla, de descendencia japonesa, un leve tono al hablar que denota su bilingüismo, es de baja estatura, cabello negro y anteojos. Reposada en el mismo sillón negro de la primera visita, se encontró sorprendida y un tanto incómoda en un comienzo al hablar su vida.

“No creo que les sea de ayuda que les cuente sobre mí, no sé si lo que pueda decir colabore para poder avanzar” dijo. Esta situación se fue desvaneciendo gradualmente y su vida se convirtió en el eje de conversación.

Cecilia nació en la Ciudad de La Plata en 1958, sus abuelos arribaron a Argentina en los años 20 y abrieron su propio negocio de tintorería, conocido como Onaha Francisco. Escapaban de la precaria situación que estaba atravesando Japón. Años después al desatarse la Segunda Guerra Mundial y tras la serie de bombardeos efectuados en Hiroshima y Nagasaki, decidieron no regresar. “Mis padres nunca quisieron incentivar la incorporación de la cultura japonesa a mi vida”. Nacida en Argentina, pudo haber elegido desconectarse totalmente de ella. Sus padres veían tan devastado a Japón en todos los aspectos, que el miedo los llevó a ese tipo de decisiones.

Aun así, en 1978, su padre organizó un viaje de un mes a Japón, tal vez más tranquilo por el pasar de los años, quiso que sus hijos puedan conocer sus tierras originarias y reencontrarse con familiares directos. Por aquel entonces, con 20 años, Onaha conoció su país natal. “Fue mi primera experiencia con mis raíces, fue algo único”. Tal vez siendo el viaje que marcó totalmente su convicción. Cursando su segundo año universitario, Cecilia supo qué es lo que quería para su vida. Tres años después, en 1981 se recibió en la Facultad de Humanidades y comenzó a ejercer su profesión. “Recuerdo muchas idas y vueltas desde La Plata a Capital” Cecilia trabajó seis años entre las dos ciudades y así fue que en el 87’ se enteró del Colegio de México que se encuentra en la Ciudad de Buenos Aires. “Terminé realizando un postgrado en Estudios de Asia y África en México, obteniendo mi segundo título” contó sobre su experiencia, que le brindó no sólo saberes académicos, sino también culturales al vivir en otro país.

A pesar de estar alejada de su familia por unos años, redobló la apuesta y en vez de retornar a Argentina, en 1990 Cecilia viajó a Kioto, una importante ciudad de Japón del centro de la isla de Honshu. Allí conseguiría su Segunda Maestría en Estudios Culturales, convirtiéndose en una letrada de Cultura con tres títulos bajo el brazo. Durante sus últimos tres años en Japón (1997-2000), Cecilia trabajó en el sur. Luego de algunas idas y vueltas y “considerando la delicada situación de Argentina” volvió en 2003 incorporándose a la Asociación Japonesa y al CEJ. ”Mi experiencia personal fue de suma importancia para conseguir mis propios méritos, adquirir conocimientos y profesionalización en el ámbito cultural”.

Actualmente, Cecilia es profesora de Humanidades, especializada en Historia de Asia y África en la Universidad Nacional de La Plata, también es la Coordinadora General del Departamento de Asia y el Pacífico desde 2013, tras el fallecimiento de Jorge Di Masi, fundador y primer coordinador del Departamento desde 1991. También interviene en la organización y gestión del Centro de Estudios Japoneses. Se autodenomina profesora de Humanidades de la Facultad: “El resto lo hago por hobbie” dijo. Minutos después se retiró despidiéndose amablemente e ingresando al Instituto de Relaciones Internacionales.


 
 
 

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